China se enfada

Dado el historial de los últimos años, el titular puede decirse que es atemporal.

China, su gobierno o el Partido Comunista Chino, que a efectos prácticos viene a ser lo mismo, lleva bastantes años encadenando enfado tras enfado.

Cuando no es con Japón por un quítate tú que me pongo yo en tal o cual isla, es con Europa por alguna crítica tiquismiquis sobre libertades, o con toda la prensa occidental por hacerse pesada con el genocidio/ problemilla interno con los disidentes iugures o con los yankees por ver quién espía en modo total pro.

El caso es que el bueno de Xi Jinping no gana para enfados. Y si bien muchos de ellos tenían origen fuera de sus fronteras, su último mosqueo proviene de dentro. De sus propias empresas, de su «economía de mercado socialista» o «socialismo con características chinas».

El líder supremo, ha observado con preocupación como algunas grandes empresas «interrumpen el orden del mercado, dañan los derechos del consumidor o amenazan la seguridad de los datos». Aquí entrarían gigantes como Alibaba, Baidu, Tencent, Didi o hace escasos días algunas relacionadas con la educación.

La acusación se centra en su comportamiento «excesivamente capitalista» y a mostrar «una obsesión por obtener datos personales de sus usuarios».

Si tenemos en cuenta que según estimaciones, entre el 70 y 80 % de las empresas que crean riqueza en China son «privadas». Y por otro lado, que según los datos que se tengan de cada ciudadano éste, podrá acceder o no a prestaciones sociales, vivienda, empleo público, préstamos o visados. La ironía está servida.

Ironía para el que la quiera ver claro. Que todo el mundo es muy libre de ver lo que guste cuando y como guste. Faltaría más. No fuera que se pretendiera imponer a la fuerza algún tipo de concepción de las cosas unívoca y excluyente tal y cómo sucede en algunas películas y novelas.

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